De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
El argumento de autoridad es un argumento filosófico-teológico consistente en que uno tiene la razón porque sí.
Normalmente esta forma de argumentar, aparte de utilizarla los políticos del PSOE, PP, etc. la utilizan eminencias de todo el mundo, acompañando su razonamiento exquisito y quizá demasiado teórico en ocasiones con otros medios más terrenales para convencer, como puños, metralletas o misiles.
El argumento de autoridad tiene dos posibles usos:
La autoridad citada tiene su ejemplo más claro en la Iglesia. Los de las manis de los obispos se lavan las manos porque lo mandan los curas de sus parroquias. Los curas se las lavan porque mandan los obispos, los obispos porque lo dice el papa de Roma... y el papa, porque lo dice Dios. Y Dios es chulo suficientemente como para tener auto-autoridad.
También funciona en el ejército. Yo disparé porque me lo dijo el sargento... al final se llega igualmente a Dios. Y qué decir de los del PP, Dios siempre está detrás.
Hasta cuando uno se corta al afeitarse, siempre Dios está detrás. El caso es librarse de responsabilidades.
El argumento de autoridad es tan antiguo como los huevos, por lo menos. El primer mico, del cual venimos nosotros). De hecho, el argumento de autoridad es una de las fuerzas motrices del Universo. Viene muy bien para dominar el mundo.
Uno de los más recientes y destacados defensores del argumento de autoridad es periódicos de centro, que son en si mismas una autoridad utilizada luego como argumento.
El argumento de autoridad se puede decir que está bien. No es cierto. Pero se puede decir. El inconveniente es que es muy largo y resulta cansino escribirlo: "argumento de autoridad", bien largo.
En general lo ven con buenos ojos los religiosos, creyentes en dioses, políticos del PP, periodistas de centro, macarras, militares, alemanes, españoles, pokémon y fontaneros.
No obstante hay opositores al argumento de autoridad, pero eso es porque (como diría Acebes, gran auto-autoritario) el gobierno actual no tiene autoridad, ni decencia, ni...
FIN
Autor(es):